El Estado de Israel ha comenzado a diseñar un plan para permitir la “salida voluntaria” de los habitantes de Gaza, apoyado en la propuesta de Donald Trump, que sugiere que Estados Unidos asuma el control de la Franja y expulse a los palestinos. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha destacado que “aquellos países que se han opuesto a las acciones militares en Gaza, como España, deberían aceptar a los desplazados”. Según Katz, estos países estarían “legalmente obligados” a permitir la entrada de los palestinos, y si se niegan, “su hipocresía quedará al descubierto”.
En respuesta, el gobierno español ha rechazado la propuesta. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha enfatizado que “España toma sus decisiones de forma soberana y que la tierra de los palestinos sigue siendo Gaza”. Además, el ministro español ha mostrado sus reservas con la salida de los gazatíes, subrayando “la importancia de la autodeterminación y el respeto a los derechos humanos”.
El plan israelí ha encontrado una oposición verbal internacionalmente. Organismos como la ONU han vuelto a alertar sobre “las implicaciones legales” de esta propuesta, calificándola de “posible limpieza étnica”. Además, países árabes como Egipto y Arabia Saudí han expresado su desacuerdo, temiendo que “este movimiento pueda socavar las posibilidades de alcanzar una solución de dos estados” y que los desplazamientos les acaben afectando en su política interna. A pesar de este rechazo verbal global, los sionistas sigue defendiendo la iniciativa sin grandes oposciones reales, buscando que los países que no sean alineado de forma entusiasta y absoluta con el Estado tomen responsabilidad en la acogida de los palestinos expulsados.
