El cohete Starship de SpaceX, propiedad del oligarca Elon Musk, explotó en el espacio el jueves pocos minutos después de despegar desde Boca Chica, Texas, en lo que supone el segundo fallo consecutivo en lo que va de año para el programa de la compañía dirigido a desarrollar misiones interplanetarias. La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) impuso restricciones temporales al tráfico aéreo en aeropuertos de Florida debido a la caída de escombros de la nave. En redes sociales circulan videos en los que se observan fragmentos incandescentes atravesando el cielo en dirección al océano Atlántico, cerca de las Bahamas.
Según imágenes transmitidas en directo por SpaceX, el propulsor Super Heavy regresó a la Tierra y fue recuperado, pero la etapa superior del Starship comenzó a girar de manera descontrolada en el espacio antes de perder comunicación con la base. En un comunicado, la empresa señaló que la nave experimentó un “evento energético” en la parte trasera, causando la pérdida de varios motores y, en consecuencia, el fallo del sistema de control. La FAA ha abierto una investigación para determinar las causas del incidente y evaluar las condiciones para futuras pruebas.
Este es el segundo fallo consecutivo del Starship tras la explosión ocurrida en enero, que dejó escombros en islas del Caribe y causó daños menores en un vehículo en las Islas Turcas y Caicos. La FAA había autorizado el lanzamiento de esta prueba mientras aún mantenía abierta la investigación del anterior accidente. SpaceX planeaba completar casi una órbita terrestre y hacer reingresar la nave sobre el océano Índico, un ensayo clave para los planes de reutilización del vehículo en futuras misiones.
