La distribución de ayuda humanitaria en Gaza a través de la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), una entidad privada apoyada por el Estado de Israel y Estados Unidos, ha sido objeto de duras críticas por parte de la ONU y múltiples organizaciones humanitarias, que denuncian que la operación responde a “una lógica militar, no humanitaria”, según Hardin Lang, vicepresidente de Refugees International.
Las críticas se intensifican tras la muerte de al menos 10 personas en los últimos dos días mientras intentaban acceder a alimentos en Rafah, y luego de que tropas israelíes abrieran fuego contra multitudes hambrientas.
Stephane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, António Guterres, calificó las escenas en los puntos de distribución de “desgarradoras” y afirmó que el plan presentado por GHF “no se ajusta a los principios de independencia e imparcialidad” que en teoría rigen la acción humanitaria.
El embajador palestino ante la ONU, Riyad Mansour, acusó a Israel de “usar la ayuda como un arma de guerra”, mientras que el Gobierno Media Office en Gaza declaró que las muertes recientes son evidencia de “un fracaso total en la gestión de la catástrofe humanitaria creada deliberadamente por la ocupación”.
El mismo día, un ataque israelí contra un jardín infantil en Jabalia, al norte de Gaza, ha asesinado al menos a siete personas, elevando el número total de fallecidos por bombardeos a 13 solo en la jornada del miércoles, según fuentes médicas.
A pesar de las declaraciones “optimistas” del enviado estadounidense Steve Witkoff sobre un posible alto el fuego, las operaciones militares y las restricciones al acceso de ayuda continúan. Desde el inicio de la ofensiva, al menos el 10% de la población de Gaza ha sido asesinada, herida, detenida o se encuentra desaparecida, de acuerdo con Euro-Med Human Rights Monitor.
