Desde que entró en vigor el llamado "alto el fuego" en Gaza, el Estado genocida de Israel ha seguido asesinado impúnemente a casi 500 palestinos y dejado a miles más heridos, según autoridades sanitarias locales consultadas por Al Jazeera. Los ataques israelíes contra lo que queda de los hogares palestinos, convoyes humanitarios y refugios en toda la franja no han cesado, desmintiendo el supuesto "fin de la guerra" anunciado de forma grandilocuente por Donald Trump y varios países aliados.

Mientras en Washinton insisten en que Israel "no ha violado el alto el fuego", lo cierto es que los sionistas mantienen su criminal cerco, bloqueando materiales de reconstrucción, combustible y ayuda esencial, condenando al pueblo palestino a sobrevivir entre escombros y bajo ocupación militar indefinida. Reportes de medios y organismos internacionales apuntan al menos 80 incidentes de violaciones del alto el fuego por parte de los genocidas en apenas semanas, con bombardeos motivados por supuestos "ataques" no confirmados por parte de militantes palestinos y aparentes "vulneraciones" de las llamadas "líneas amarillas" impuestas por la ocupación. Por su parte, Hamas asegura continuar comprometido con el acuerdo y atribuye al Estado de Israel las violaciones y bloqueos, señalando su impacto letal sobre la población palestina.

La prolongada violación del cese de hostilidades mantiene una crisis humanitaria agravada por el cierre del paso de Rafah, el único acceso vital a Gaza por el cerco que impone la ocupación en el territorio desde 2007, bloqueando la llegada de ayuda médica, alimentos y demás recursos básicos. Los datos preliminares advierten una situación crítica con hambruna, falta de atención sanitaria mortífera y cientos de miles de personas atrapadas en condiciones extremas en el enclave sitiado.