La Comisión de Defensa del Congreso ha aprobado una proposición no de ley impulsada por Vox, con los votos del PP y UPN, para que el Gobierno español conmemore el centenario del Desembarco de Alhucemas, la ofensiva colonial de 1925 que sofocó la resistencia rifeña empleando, entre otros medios, gas mostaza lanzado desde aviones un año antes de su prohibición por el Protocolo de Ginebra. La iniciativa busca “rendir tributo al sacrificio y la valentía de los soldados españoles” que participaron en una guerra imperialista donde el ejército español utilizó armas químicas producidas en la Fábrica Nacional de Productos Químicos de La Marañosa, construida con asistencia del químico alemán Hugo Stoltzenberg, vinculado a programas clandestinos de armamento.

El desembarco, dirigido por el dictador Miguel Primo de Rivera y el general golpista José Sanjurjo, se enmarca en la guerra del Rif, una contienda de ocupación donde la resistencia liderada por Abd el-Krim enfrentó a un ejército que, tras su derrota en Annual (1921), recurrió a métodos de exterminio masivo contra la población rifeña aprovechando su superioridad industrial. Según documentan fuentes históricas, el Estado español fue pionero en el uso aéreo de gas mostaza, un arma prohibida que causó miles de víctimas civiles, en una guerra imperialista para mantener el control de un Protectorado impuesto por la Conferencia de Algeciras de 1906.

La guerra colonial del Rif y el uso del gas mostaza han dejado una huella imborrable en la memoria colectiva del pueblo rifeño, no solo por las miles de muertes inmediatas, sino por las secuelas genéticas y sanitarias que persisten en las siguientes generaciones, con tasas elevadas de cáncer y malformaciones congénitas documentadas en la región. Este trauma histórico, transmitido por la traidicón popular oral del pueblo rifeño y reforzado por la ausencia de reconocimiento oficial o reparación por parte del Estado español, sustenta una identidad de resistencia que contrapone la narrativa colonial españolista. La reivindicación de la "hazaña" de Alhucemas por parte de Vox, PP y UPN no solo ignora este legado de sufrimiento, sino que se recrea en un agravio directo a la herida histórica del pueblo rifeño, celebrando como "gesta patriótica" una campaña criminal constituye un símbolo de exterminio y violencia colonial.

Vox, en su habitual estilo ultranacionalista y fascista fundamenta la propuesta en el “legado militar” y la “gloriosa tradición” castrense. El texto presentado elogia además la “colaboración con Francia”, una de las mayores potencias imperialistas en África y responsable directa de crímenes contra la humanidad, así como las “tácticas innovadoras”, sin mencionar que dichas tácticas incluyeron la guerra química experimental.

La iniciativa expone la voluntad de la derecha y extrema derecha de blanquear la violencia colonial y reivindicar figuras dictatoriales, presentando una campaña de represión y uso de armas prohibidas como un “hecho histórico” meramente "técnico-militar". Al solicitar honores institucionales para una operación que oprimió a un pueblo colonizado, estos grupos buscan normalizar una narrativa que glorifica el pasado imperial y omite la responsabilidad española en crímenes de guerra para justificar los crímenes del presente, como el genocidio en Palestina, donde el el Estado español es corresponsable.