Rusia informó este lunes la muerte del teniente general Fanil Sarvárov, un alto mando militar y jefe del departamento de entrenamiento operativo del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, tras la explosión de una bomba colocada bajo su automóvil en un barrio residencial del sur de Moscú. El suceso, confirmado por el Comité de Instrucción de Rusia (CIR), ha sido descrito por las autoridades como un “crimen planificado”, presuntamente orquestado por los servicios de inteligencia ucranianos, aunque las investigaciones permanecen abiertas.

Según explicó la portavoz del CIR, Svetlana Petrenko, el artefacto detonó en torno a las siete de la mañana en la calle Yasenevo, destruyendo el vehículo y provocando la muerte inmediata del general. “A consecuencia de las heridas recibidas, falleció el jefe de la dirección de operaciones militares del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, teniente general Fanil Sarvárov”, precisó Petrenko en un comunicado difundido por medios estatales.

Las primeras imágenes difundidas en Telegram por el propio Comité muestran el vehículo reducido a chatarra, con claros signos de una explosión dirigida, y manchas de sangre en el pavimento. En la zona se desplegaron especialistas en explosivos, investigadores criminales y forenses. Las autoridades han abierto una causa penal por asesinato y tráfico ilegal de explosivos, y ya interrogan a testigos y revisan las grabaciones de cámaras de seguridad.

Aunque el Kremlin aún no ha emitido un comunicado oficial, fuentes de seguridad citadas por la agencia RIA Nóvosti sostienen que “el atentado lleva la firma de operaciones clandestinas realizadas por los servicios secretos ucranianos”, una acusación habitual en este tipo de incidentes. Analistas rusos consultados por medios locales apuntan, sin embargo, que el atentado pudo estar motivado también por conflictos internos dentro del aparato militar, en un contexto de creciente tensión política y desgaste entre altos mandos desde la fallida rebelión del grupo Wagner en 2023.

El atentado contra Sarvárov se suma a una lista creciente de ataques selectivos contra oficiales rusos desde el inicio de la guerra de Ucrania en 2022. En los últimos dos años, varios generales y altos cargos han muerto en circunstancias similares, en atentados atribuidos o reivindicados por los servicios de inteligencia ucranianos. Entre ellos figuran el teniente general Yaroslav Moskalik, subjefe del mando de operaciones del Estado Mayor, y el general Igor Kiríllov, jefe de las fuerzas de protección nuclear, biológica y química, asesinado en diciembre de 2024 por una bomba escondida en una patineta eléctrica frente a su domicilio.

Mientras las autoridades rusas prometen una investigación “exhaustiva”, Kiev no ha respondido oficialmente a las acusaciones, aunque en anteriores ocasiones el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) ha admitido operaciones “dirigidas contra objetivos responsables de crímenes de guerra”.