La sesión de control al Gobierno español celebrada este miércoles en el Congreso de los Diputados ha estado marcada por un clima de máxima tensión tras la implicación de Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE, en el caso Koldo.
El presidente Pedro Sánchez y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se han enzarzado en un duro cruce de acusaciones sobre la corrupción en sus respectivos partidos.
Feijóo ha vuelto a exigir la dimisión de Sánchez, a quien califica de “lobo que ha liderado una manada corrupta”, y le reprocha que “por mucho que se maquille, no es la víctima, usted es el máximo responsable” de la situación.
El líder popular insiste en que “la única carta que esperan los españoles es la de su dimisión” y señala que “no le faltan ganas” de presentar una moción de censura, sino “cuatro votos”, advirtiendo: “Si aparecen, no lo dudaré un instante”.
Pedro Sánchez ha replicado atacando al PP por su “enciclopedia de corrupción” y ha defendido que “el PSOE actúa cuando hay indicios”, mientras acusa a la oposición de tapar sus propios casos.
La sesión ha sido interrumpida en varias ocasiones por los gritos de “dimisión” de la bancada del PP y la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, ha tenido dificultades para mantener el orden.
Sánchez ha intentado centrar el debate en la gestión económica, pero la discusión se ha mantenido centrada en los casos de corrupción que afectan tanto al PSOE como al PP.
“La izquierda no es corrupta”
El presidente subraya que “no acepto que haga usted de la anécdota una categoría. La izquierda no es corrupta”, mientras la oposición insistía en pedir responsabilidades políticas.
El debate se ha extendido también a los socios parlamentarios que sostienen al Gobierno. Gabriel Rufián (ERC) ha sido especialmente “crítico” con Sánchez y le acusa de actuar “solo cuando la UCO detecta la corrupción”, poniendo en duda la versión del presidente sobre el conocimiento de los casos que afectan a su partido; sin embargo, ERC sigue sostieniendo al Ejecutivo salpicado por la trama.
La sesión, la última antes del parón estival, muestra la dificultad del Ejecutivo para controlar la agenda política en un contexto de creciente presión por los escándalos de corrupción y la amenaza de una posible moción de censura.
La oposición, por su parte, no logra por el momento los apoyos suficientes para destituir el Gobierno encabezado por Sánchez. La política institucional española se encuentra, por tanto, bajo un delicado equilibro entre sus dos principales fuerzas políticas.