El Estado español ha alcanzado una cifra histórica de turismo internacional en el primer trimestre de 2025, con 17,1 millones de visitantes extranjeros, un 5,7% más que en el mismo periodo del año anterior, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Este crecimiento se concentra especialmente en comunidades como Canarias (2,8 millones de turistas), Catalunya (2,2 millones) y Andalucía (1,5 millones), que lideran la recepción de visitantes. El gasto turístico en este periodo ascendió a 23.500 millones de euros, un 7,2% más que el año pasado.
El impacto de este flujo masivo de turistas es especialmente visible en las zonas más demandadas, donde el alquiler turístico y de temporada ya supera el 50% del parque de viviendas en lugares como Palma, Ibiza, Adeje, Marbella o Torremolinos, según informes sectoriales y del Banco de España.
Este fenómeno está provocando el desplazamiento de la población local y una auténtica expulsión masiva, donde una parte considerable de la población local, especialmente la clase obrera, se ve forzada a abandonar barrios y pueblos históricos ante la imposibilidad de acceder a una vivienda asequible, y los territorios se llenan de visitantes progresivamente.
Desplazamiento y expulsión
En Palma de Mallorca, por ejemplo, se calcula que el centro histórico perdió 722 residentes en el último año, lo que representa una caída del 10,1% de su población residente solo en 2024, según los datos recogidos por Exceltur en su informe anual.
En Granada, el barrio del Albaicín, declarado Patrimonio de la Humanidad, se destina ya una de cada cuatro viviendas a uso turístico, lo que ha acelerado la fuga de vecinos y malestar social por la pérdida de residentes.
En Alacant, la población residente en el centro cayó un 21,8% en el periodo analizado por Exceltur, mientras que en Córdoba la bajada fue del 22,1% y en Málaga del 19,3%.
El déficit de vivienda residencial en las áreas tensionadas por el turismo se estima entre 450.000 y 600.000 unidades, acelerando el proceso de expulsión de la clase obrera residente y la pérdida de tejido social.
Estra transformación del entorno urbano y rural se han convertido en una tendencia alarmante, especialmente en aquellos territorios donde está sucediendo de forma más rápida y violenta. Localidades como Palma, Ibiza, Adeje, Marbella o Torremolinos son solo algunos de los ejemplos más visuales.
En todas estas zonas el turismo está generando una sensación de invasión entre los locales: se vacían los barrios, se saturan las infraestructuras, desaparece la vida local y las calles se llenan de desconocidos que siempre están de paso.