El 2 de noviembre de 1975 fue hallado el cuerpo sin vida del escritor y director de cine Pier Paolo Pasolini, en un descampado cercano a la playa de Ostia, a las afueras de Roma. Su cadáver estaba demacrado después de haber sido atropellado varias veces con su propio coche, además de recibir una brutal paliza que le provocó múltiples fracturas y lesiones graves, entre ellas la destrucción de órganos vitales.

El joven Giuseppe Pelosi, conocido como Pino, detenido por conducir a gran velocidad el Alfa Romeo de Pasolini, confesó inicialmente haber cometido el crimen durante un forcejeo “tras un intento fallido de sodomía”. Sin embargo, años después se retractó y apuntó a la participación de terceros con posibles motivaciones políticas, sin entrar en detalles.

El asesinato de Pasolini —figura multifacética y crítica del poder político y social en Italia, en su momento miembro del Partido Comunista Italiano (PCI)— sigue siendo objeto de debate y especulación. Pelosi aseguró que actuó "bajo amenazas" y que "tres jóvenes con acento meridional" cometieron el crimen, lo que provocó la reapertura del caso en 2005. Pese a ello, nunca se aclaró del todo la implicación de esos terceros ni quién los habría inducido a cometer el asesinato. La investigación no logró resolver todos los interrogantes, alimentando las sospechas de que Pasolini habría sido eliminado por el contenido subversivo de sus obras y sus declaraciones públicas contra la restricción de libertades y la corrupción sistémica.

Pionero en denunciar la Operación Gladio

Una de las teorías más difundidas en el ámbito comunista sostiene que el artista habría sido asesinado en el marco de la denominada Operación Gladio, una conspiración impulsada por Estados Unidos y la OTAN en suelo italiano para evitar que el PCI llegara al poder. Esta operación incluyó numerosos atentados de falsa bandera perpetrados por agentes fascistas dentro de la llamada Estrategia de la tensión. Pasolini fue uno de los pioneros en señalar la existencia de esta red anticomunista stay-behind, cuando aún no había sido destapada ni bautizada como Operación Gladio. El autor lo calificó como "golpe de Estado permanente" en diversos artículos.

Estas declaraciones feroces y sus obras afiladas, unidas a su condición de homosexual, lo convirtieron en blanco frecuente de los fascistas, ante los cuales demostró que también era un hombre de acción. Un episodio emblemático tuvo lugar en septiembre de 1962, cuando Pasolini propinó un puñetazo a un joven fascista del MSI que lo había confrontado verbal y físicamente durante la première de su película Mamma Roma en el Festival de Venecia, ante los asistentes y las cámaras. La prensa derechista tergiversó el incidente para hacer creer que Pasolini había sido apaleado, cuando fue el atacante fascista quien salió peor parado.

Imagen de archivo de Pier Paolo Pasolini visitando la tumba de Antonio Gramsci.

Eterno rebelde con causa

Esta constelación de obras y posturas dejó un legado artístico y político singular, con películas tan escandalosas como Saló o los 120 días de Sodoma, El evangelio según San Mateo, Mamma Roma o Teorema, que le valieron el escarnio público y múltiples censuras. Su producción, vertebrada por una crítica social, política y religiosa de gran profundidad y una constante reflexión sobre la condición humana, perdura en el cine, la literatura y la cultura contemporánea. A cincuenta años del crimen que le arrebató la vida, se multiplican los homenajes y análisis que reivindican el papel de Pasolini como uno de los intelectuales más influyentes y controvertidos del siglo XX en Europa.

Los homenajes incluyen exposiciones, documentales y actos culturales en Italia que buscan ahondar en la vida y obra del artista, así como en las circunstancias de su asesinato, que conmocionó y movilizó a una sociedad que aún no ha despejado las sombras de aquella larga noche violenta en Ostia. Una de las mentes más destacadas del movimiento comunista fue eliminada físicamente, pero no su legado de compromiso: un compromiso que sigue inspirando la lucha de quienes se atreven a cuestionar el poder establecido.