El 30 de julio de 2021, en las inmediaciones del estadio Mestalla de València, cuatro jóvenes antifascistas se enfrentaron físicamente a cinco militantes neonazis vinculados a Bastión Frontal, España 2000 y Ultra Yomus tras recibir insultos racistas. Pese a que agentes de paisano de la Brigada Provincial de Información vigilaban a los ultras y presenciaron todo el incidente sin intervenir, solo los antifascistas fueron encañonados, retenidos y, días después detenidos. El caso, conocido como “Els 4 Antifes de València”, se convirtió en un ejemplo de represión selectiva.

Más de tres años después, los cuatro acusados siguen en libertad provisional, con firmas mensuales y un embargo previo de 7.800€, y se enfrentan a peticiones de hasta 14 años de cárcel por lesiones, amenazas y “discriminación ideológica”. La acusación particular la ejerce José Luis Roberto, fundador y presidente del partido fascista España 2000 y dueño de Levantina de Seguridad SL, mientras la policía y la Fiscalía han asumido el relato de los neonazis. El juicio está señalado para el próximo 17 de diciembre en la Audiencia Provincial de València. A continuación, los propios encausados explican lo ocurrido y analizan sus implicaciones políticas.

¿En qué contexto y cómo se produjeron los hechos del 30 de julio de 2021 en las inmediaciones de Mestalla? 

Los hechos se producen en un contexto marcado por la aparición de Bastión Frontal en València como una organización neonazi que intenta consolidarse en la ciudad como “vanguardia” del fascismo escuadrista. Esto se materializó en una presencia hostil constante en las calles y en varias agresiones de carácter racista, homófobo y dirigidas contra personas del entorno izquierdista.

Aquella noche tuvimos un encontronazo con un grupo de cinco neonazis de Bastión Frontal. Empezaron a increpar con insultos racistas a un camarada que se había quedado un poco rezagado del grupo. Al darnos cuenta, respondimos, y aquello derivó en una pelea en la que finalmente salimos bastante mejor parados que ellos. Casualmente, la policía estaba realizando vigilancia sobre los nazis y, aun así, acabamos encañonados, retenidos y, días después, detenidos.

El atestado policial señala directamente vuestra ideología antifascista como prueba y solo vosotros fuisteis detenidos. ¿Qué irregularidades denunciáis en la actuación policial y cómo afecta esto a vuestra defensa?

Denunciamos principalmente que los agentes de paisano de la BPI, que estaban realizando labores de seguimiento a los nazis, no intervinieron en ningún momento durante los hechos pese a presenciarlos de principio a fin. Solo actuaron después de que la pelea terminara, y únicamente para encañonarnos, retenernos y presentarse posteriormente como acusación.

No queremos sonar conspiranoicos, pero da que pensar. En las diligencias previas, las declaraciones de ambos agentes ofrecen versiones que benefician a los nazis y los victimizan. Otro hecho relevante es que a los nazis se les citó varias veces a declarar en la jefatura de la BPI: la primera vez no sabían identificarnos, pero en la segunda ya conocían perfectamente nuestros nombres, apodos e incluso tenían fotos nuestras. Todo esto evidencia, a nuestro juicio, una estrecha colaboración entre los fascistas y la policía, lo que deja el caso bien preparado para una sentencia condenatoria.

Se os acusa de "discriminación ideológica" con peticiones de hasta 14 años de cárcel. ¿Cómo explicáis que una figura legal, en teoría creada para “proteger a colectivos vulnerables”, se use ahora contra la militancia y la acción antifascista?

La llamada ley de “delitos de odio” es, para nosotros, una estafa destinada a alimentar la ilusión socialdemócrata de que el Estado burgués puede garantizar los derechos civiles de toda la población. La mayor paradoja es que esta ley iguala una agresión por motivos racistas con otra por “discriminación ideológica”, y, bajo ese concepto, un fascista o un nazi puede presentarse como víctima.

En definitiva, el sistema judicial español no solo considera lícito el fascismo, sino que además lo protege. Tenemos claro que la democracia burguesa solo responde a sus propios intereses: los de la burguesía. Todo lo que se legisle en este marco será tergiversado, manipulado y utilizado contra la clase obrera combativa. Y si añadimos que la democracia burguesa en el Estado español heredó parte de su estructura judicial y policial del franquismo, el cóctel es perfecto para que una ley que se nos vendió como herramienta contra el racismo, la homofobia y el fascismo acabe empleándose para castigar a quienes los combaten.

La llamada ley de “delitos de odio” es, para nosotros, una estafa destinada a alimentar la ilusión socialdemócrata de que el Estado burgués puede garantizar los derechos civiles de toda la población. [...] esta ley iguala una agresión por motivos racistas con otra por “discriminación ideológica”, y, bajo ese concepto, un fascista o un nazi puede presentarse como víctima.


Habéis denunciado que la acusación está vinculada de forma directa a grupos fascistas y neonazis, así como la connivencia de la policía y la fiscalía con estos sectores. ¿Está el sistema penal siendo utilizado como un arma para la persecución política del movimiento antifascista?

Sí, por supuesto. Como decíamos antes, en el Estado español hay una fuerte herencia franquista, y en el sistema judicial esto se nota todavía más. Hemos visto cómo la Audiencia Nacional —antiguo Tribunal del Orden Público del franquismo— ha enviado a prisión a Pablo Hasél o a los compañeros de Altsasu. También hemos visto cómo camaradas cercanos, en casos menos mediáticos, han sido condenados por enfrentarse a nazis defendiendo sus barrios. Y hemos sufrido un sinfín de denuncias provenientes de fascistas, que cuentan con recursos económicos, y en general un sistema que les ampara.

Nuestro caso es un ejemplo claro. José Luis Roberto, un conocido fascista, líder de España 2000 y empresario —dueño de Levantina de Seguridad y otras empresas— ha puesto a disposición de los nazis su bufete de abogados, actuando como acusación particular.

Lleváis más de tres años en libertad provisional y obligados a firmar en los juzgados. ¿Cómo ha impactado este proceso en vuestra vida cotidiana, vuestra participación política y en la visión sobre el sistema judicial y el Estado en su conjunto?

Hemos tenido que ir a firmar mes sí y mes también, lo cual es una medida cautelar habitual, pero no lo fue tanto el embargo previo de 7.800 euros en concepto de responsabilidad civil antes de celebrarse el juicio, algo bastante inusual. En lo cotidiano no nos ha cambiado la vida de forma drástica: hemos tenido que trabajar igual y seguir luchando igual. Pero sería absurdo fingir que no nos ha afectado emocionalmente o que no ha limitado, en ciertos momentos, la intensidad de nuestra militancia.

¿Qué objetivos persigue la campaña Els 4 Antifes de València más allá de la absolución, y cómo se ha vinculado con otros sectores del antifascismo y otros movimientos?

El objetivo de la campaña 'Els 4 Antifes' ha sido evitar que nuestro caso pasara desapercibido. Desde ahí hemos podido realizar charlas, explicar lo sucedido y dar visibilidad a la represión. También ha servido para mantenernos unidos pese a los cambios de residencia, y para organizarnos como grupo de apoyo: actos solidarios, recaudación de fondos para afrontar los gastos judiciales, etc. Hemos recibido muchas facilidades a la hora de organizar actos en espacios de referencia del movimiento antifascista, porque venimos de ahí y esa es nuestra gente.

Tras esta experiencia, ¿qué análisis hacéis del auge del fascismo en València, el Estado español y Europa? ¿Qué revela vuestro caso sobre las conexiones del fascismo con el mundo empresarial y las instituciones?

El auge del fascismo no es casual ni fruto de “grupos aislados”. Es la respuesta autoritaria del capitalismo a sus crisis internas. En este contexto, sectores de la burguesía alimentan y financian a las fuerzas más reaccionarias, que actúan como herramienta para impedir cualquier posibilidad de emancipación de la clase trabajadora y, con ello, de la humanidad en su conjunto.

El auge del fascismo no es casual ni fruto de “grupos aislados”. Es la respuesta autoritaria del capitalismo a sus crisis internas.

Hoy vivimos un escenario prácticamente prebélico, marcado por la precariedad generalizada y el descontento social. Ante esta situación, las opciones reaccionarias se fortalecen porque ofrecen explicaciones simples a problemas complejos, señalando como culpables a migrantes, personas LGTBI, a los más 'progres' o al propio movimiento obrero. La burguesía fabrica así chivos expiatorios que le permiten mantener su estabilidad e intoxicar ideológicamente a la sociedad.

En València lo hemos visto con claridad: grupos fascistas que hace pocos años estaban marginalizados han encontrado nuevas oportunidades para reorganizarse, ganar presencia e incrementar su incidencia social.

En nuestro caso se evidencia que el fascismo no actúa únicamente en las calles. Como veníamos diciendo, cuenta con conexiones en sectores del empresariado, despachos de abogados y partes del aparato del Estado, que facilitan su actividad y refuerzan su impunidad. Que un empresario fascista como José Luis Roberto ponga sus recursos al servicio de la acusación, o que la policía y la fiscalía asuman sin cuestionar el relato de los neonazis, no es una anécdota y dice mucho sobre cómo funcionan estas alianzas.

En definitiva, el fascismo opera como fuerza de choque para defender el orden social existente: la sociedad de clases. Y es en esa función donde se utiliza también contra nosotros, que nos hemos enfrentado a parte de sus elementos más reaccionarios.

De cara al juicio del 17 de diciembre, ¿qué expectativas tenéis?

Llegamos al juicio con la cabeza alta, sin renunciar a nuestros posicionamientos y con la convicción de que no estamos solos. Asumimos que existe una alta probabilidad de que acabemos entrando en prisión, pero eso no cambia nuestra actitud ni nuestra lectura política del caso. Pase lo que pase, lo afrontaremos con dignidad y con la certeza de que hemos contado —y seguimos contando— con el apoyo de muchísimas personas y organizaciones durante todos estos años. A todas ellas, solo podemos darles las gracias.

Llegamos al juicio con la cabeza alta, sin renunciar a nuestros posicionamientos y con la convicción de que no estamos solos.

Como jóvenes antifascistas, ¿cuál es vuestro mensaje para los jóvenes que, desencantados con la política institucional, podrían verse atraídos por los cantos de sirena de la reacción y el fascismo?

De primeras y para que no se sientan atacados, podríamos decir que les entendemos perfectamente. Vivimos una situación económica muy jodida, donde pasamos la mayoría del tiempo trabajando y poniendo en ello todas nuestras energías, para luego llegar a final de mes a duras penas. Esto trae frustración, rechazo y por último, radicalización. Y esto no es malo, es normal que nos frustre tener que contar euros cada mes, que nos cause rechazo toda la política parlamentaria de una clase política de corruptos y charlatanes, y por último, es normal que nos den ganas de mandarlo todo a la mierda y nos radicalicemos.

"Es normal que nos frustre tener que contar euros cada mes, que nos cause rechazo toda la política parlamentaria de una clase política de corruptos y charlatanes, y por último, es normal que nos den ganas de mandarlo todo a la mierda y nos radicalicemos"

Ahora bien, no nos podemos volver a dejar engañar por milésima vez, estamos viendo como se nos impone a golpe de talonario una realidad distorsionada por las pantallas que poco tiene que ver con la realidad que vemos todos los días en nuestros puestos de trabajo, en nuestras aulas, y en nuestras calles. Mientras los medios de comunicación repiten mil veces que los culpables de nuestros males son otros trabajadores (ya sean de otro género, etnia, o nacionalidad) librándonos a la batalla del último contra el penúltimo, vemos como los ricos son cada vez más ricos. Así que, claro que hay que rechazar todo lo establecido, pero no en detrimento de quienes han demostrado que solo quieren apuntalar aún más un sistema en decadencia, sino para construir uno nuevo, superior en todos los sentidos.

Mientras los medios de comunicación repiten mil veces que los culpables de nuestros males son otros trabajadores (ya sean de otro género, etnia, o nacionalidad) librándonos a la batalla del último contra el penúltimo, vemos como los ricos son cada vez más ricos.

¿Qué les diríais a otros movimientos que puedan enfrentarse casos similares al vuestro?

El Estado intenta conseguir mediante la represión dos cosas principalmente: Persuadir para desorganizar los movimientos de resistencia y parar la lucha y sus objetivos.

Es sabido que el principal objetivo de la represión es castigar a quien intenta luchar, ya sea contra el fascismo, o contra otras injusticias que provoca el capitalismo y sus Estados. Por eso es importante gestionar la solidaridad contra la represión y nunca dejar solos a compañeros y compañeras que puedan sufrir procesos de este tipo. Pero poca importancia se le da al segundo objetivo de esta represión, que es el de desviar las agendas de los movimientos de resistencia y enquistarse en la gestión de la solidaridad hacia respresaliados. Pero eso es importante cubrir a los militantes que se puedan encontrar en una situación como la nuestra, pero que la lucha no pare y que cumpla sus objetivos.

En nuestro caso se puede ver claramente como este se enmarca dentro de una agenda represiva hacia los militantes de todo el País Valencià, como es el caso de los caso de los 4 de la Universidad d'Alacant, el de un compañero de LCN de Castelló o los Encausats de Pego. En el ultimo ciclo político, el antifascismo ha sido un movimiento de bastante relevancia en el País Valencià y este necesitaba ser frenado, por eso tantos casos repartidos por todo el territorio.