El 26 de febrero, más de 50.000 cubanos se congregaron en la Plaza de la Revolución “Mariana Grajales Coello” en Guantánamo para protestar contra la política exterior de Estados Unidos y reafirmar su compromiso “con la soberanía y la paz”. La manifestación, organizada por la Central de Trabajadores de Cuba, respondió a la decisión del gobierno de Donald Trump de convertir la base naval de Guantánamo en un centro de detención para 30.000 migrantes considerados “peligrosos”. Juana Eglis Fernández Louit, secretaria general de la Central de Trabajadores en la provincia oriental, declaró a Granma que el acto demostró “la unidad nacional a favor de la paz, la soberanía y el rechazo a la política hostil de Estados Unidos”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba advirtió que el plan de Trump podría generar “un escenario de riesgo e inseguridad en la base y sus alrededores, amenazando la paz y provocando errores, accidentes o malentendidos con graves consecuencias”. Aunque el gobierno estadounidense suspendió temporalmente la instalación de carpas para albergar a los deportados, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, visitó la base el 25 de febrero para “asegurar su seguridad y efectividad operativa”.
Durante la protesta, Yoel Pérez García, primer secretario del Comité Provincial del Partido Comunista Cubano en Guantánamo, reiteró el reclamo histórico de Cuba por la devolución de la base naval, ocupada por Estados Unidos desde 1903. “Si tenemos que luchar cien años más, lucharemos”, afirmó, citando a Fidel Castro. Los manifestantes también denunciaron el bloqueo económico impuesto por EEUU durante más de 60 años y exigieron el fin de las políticas hostiles contra la isla.
