Hoy, 28 de mayo de 2025, se conmemora el aniversario del final de la Comuna de París, el primer gobierno obrero de la historia, que fue brutalmente reprimido por el ejército francés tras 72 días de dictadura del proletariado.
La Comuna, instaurada el 28 de marzo de 1871 en un contexto de crisis social y política tras la guerra franco-prusiana, puso en marcha medidas progresistas como la separación Iglesia-Estado, el control obrero, la igualdad de derechos para mujeres y hombres y la abolición del trabajo nocturno infantil, entre otras reformas sociales y democráticas.
El desenlace llegó con la llamada “Semana Sangrienta” (21-28 de mayo de 1871), cuando el ejército versallés, bajo el mando de Adolphe Thiers, retomó París a sangre y fuego.
Se calcula que entre 10.000 y 20.000 comuneros murieron en los combates o fueron ejecutados sumariamente, incluso niños, y decenas de miles más fueron encarcelados, deportados o forzados al exilio. Las delaciones llegaron a la cifra oficial de 399.823 y se efectuaron cerca de 50.000 detenciones.
Se trata de uno de los episodios represivos más sangrientos de la historia moderna europea. “El siglo XIX no vio nunca semejante degollina después de un combate. Nada hay que se le parezca en la historia de nuestras guerras civiles”, certificaba Hippolite Prosper-Oliver Lissagaray en su obra La Comuna de París.
La resistencia popular hizo frente a la destrucción de los barrios obreros, con la participación activa de mujeres y jóvenes, pero fue finalmente quebrada por el terror burgués.
La dimensión política y humana de la Comuna de París trascendió su derrota. Para el movimiento obrero internacional, la Comuna se convirtió en un referente de lucha y una advertencia sobre los límites de la democracia burguesa.
Karl Marx y Friedrich Engels la definieron como “la dictadura del proletariado en acción”, subrayando la importancia de la autoorganización y la necesidad de defender el poder del proletariado revolucionario frente a la reacción estatal.
La experiencia de la Comuna dejó lecciones sobre la necesidad de unidad de acción, organización y defensa de las conquistas sociales, inspirando a nuevas generaciones revolucionarias en Europa y el mundo.