El parlamento israelí rechaza propuesta de elecciones anticipadas impulsada por la oposición

El Knéset vota en contra de disolverse y mantiene al gobierno de Netanyahu, mientras persiste la tensión por la ley de conscripción de los ultraortodoxos.

Knéset israelí, imagen de archivo.
Foto: @SuppressedNws (X)

El Parlamento de Israel ha rechazado este jueves, por una estrecha mayoría de 61 votos contra 53, un proyecto de ley presentado por la oposición que buscaba disolver la cámara y convocar elecciones anticipadas.

La iniciativa se produce en un contexto de división dentro de la coalición de gobierno, especialmente por la polémica ley que pretende poner fin a la exención del servicio militar obligatorio para los judíos ultraortodoxos, un privilegio cuestionado por parte de la sociedad colona en plena campaña militar genocida en Gaza.

Los partidos ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, aliados tradicionales del primer ministro Benjamin Netanyahu, amenazaron con apoyar la moción opositora debido a su rechazo a la reforma del servicio militar.

Sin embargo, finalmente la mayoría gubernamental se ha mantenido unida y la propuesta ha sido rechazada en lectura preliminar. Según la normativa parlamentaria sionista, la oposición deberá esperar seis meses para volver a presentar una iniciativa similar.

El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ha advertido durante el debate que “forzar elecciones en tiempo de guerra supondría un peligro existencial” para el Estado de Israel.

El resultado permite salvar temporalmente la posición de Netanyahu, aunque las tensiones internas por la ley de conscripción y la cuestión palestina continúan marcando el escenario político israelí.

Facciones en disputa

El Knéset está compuesto por una diversidad de partidos que representan distintos intereses sociales, religiosos, étnicos y económicos dentro del sionismo. El Likud, partido de Netanyahu, agrupa a sectores nacionalistas y conservadores, con apoyo mayoritario en la clase media y “baja” de origen mizrají (judíos de países árabes), y promueve políticas de línea dura en materia de “seguridad” y mercado libre.

Los partidos ultraortodoxos Shas (sefardí) y Judaísmo Unido de la Torá (asquenazí) defienden privilegios religiosos como la exención del servicio militar y subvenciones estatales para sus comunidades, representando intereses corporativos y sociales de sus respectivos fieles. Por tanto, suelen conceder su apoyo a cambio de beneficios económicos y autonomía en asuntos religiosos.

En la derecha religiosa y ultranacionalista, Sionismo Religioso y Otzmá Yehudit representan a los intereses de los colonos de Cisjordania, clases medias religiosas y sectores que ven en el Estado de Israel un proyecto nacional-religioso, promoviendo la expansión de asentamientos y políticas racistas antiárabes, con base en zonas periféricas. Israel Beitenu, de Avigdor Lieberman, por ejemplo, representa a judíos rusos y sectores laicos de extrema derecha, con un discurso de línea dura en materia militar, pero defendiendo la separación entre religión y Estado.

Aunque la derecha religiosa defiende valores religiosos en la vida pública, a diferencia de los partidos ultraortodoxos, apoyan la participación de sus votantes en el servicio militar y en las instituciones estatales, integrando la religión en el proyecto nacionalista colonial y expansionista más que en una separación comunitaria.

Estos partidos suelen entrar en contradicción tanto con los partidos laicos y de “izquierda”, que buscan una mayor separación entre religión y Estado y una política de pacificación de la población colonizada. Pero también compiten con los ultraortodoxos, que priorizan los intereses corporativistas de sus comunidades y la autonomía religiosa sobre el nacionalismo territorial.

En la oposición, partidos como Yesh Atid representan a la clase media urbana y sectores laicos que buscan reformas y “mayor igualdad” entre todos los “israelíes”, mientras que los partidos árabes y de “izquierda” representan los intereses de la minoría palestina que permanece en los territorios ocupados de 1948 y que tiene ciudadanía “israelí”. También promueven políticas sociales “progresistas”, pero siempre desde la concertación y una posición de debilidad.